Tener amor propio es estar bien con uno mismo. Además, al haber sido creados a la imagen y semejanza de Dios, es sumamente importante cuidar nuestro cuerpo, nuestro templo, nuestra mente y de nuestra salud. Porque es una bendición que Dios nos ha dado.
En medio de malas noticias e infortunios, nuestra salud, tanto mental como física, puede verse afectada, por lo cual es importante tener en cuenta mecanismos de ayuda para poder sobrellevar el estrés, la ansiedad u otro problema al que nos podamos enfrentar. Al vernos abrumados, es necesario darnos un tiempo para nosotros mismos que nos permita relajarnos y reflexionar. Esto también es una forma de amor propio: el pensar en nosotros e identificar qué es aquello que nos hace bien y lo que no.
Otras acciones para nutrir nuestro amor propio son alimentarnos bien y agradecer a Dios por permitirnos tener alimentos en nuestra mesa, escribir sobre nuestros pensamientos, para liberar aquello que nos ata, llamar y comunicarnos con nuestros seres queridos, y también dar gracias por estar un día más con vida. Nuestros actos pueden parecer pequeños, pero son muy significativos para alimentar nuestro amor propio en estas circunstancias.
Por último, recordemos que somos una creación única de Dios, y ese acto en sí mismo ya nos otorga un gran valor.
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